10.7.08

Turismo Cultural. Columna de opinión .


10/07/08,Callosa d´en Sarriá

La cultura es un motivador muy importante de los viajes. Es una experiencia compartida, un acercamiento comunitario en torno a valores comunes. La cultura incluye patrones, reglas y estándares que encuentran expresión en el comportamiento, las relaciones sociales y los artefactos. El turismo en su búsqueda de información se centra en las manifestaciones de la cultura, principalmente en las artesanías, las tradiciones, la gastronomía, el arte y la música, el idioma, la arquitectura, la religión y sus manifestaciones visibles. Conocer a los habitantes, su realidad sociocultural y sus proyectos de futuro a través de la presencia activa del turista en las calles y plazas, pasa a ser tan importante como conocer sus museos y monumentos.
El concepto de “lo cultural” está fuertemente vinculado a una idea de “patrimonio” entendiendo éste como el uso o posesión de los bienes producidos como consecuencia de los procesos “culturales”. Podríamos decir que el turismo cultural, es aquella forma de turismo que tiene por objeto el conocimiento de monumentos y otras formas patrimoniales de manifestación de la cultura. Es la absorción por parte del turista de las características de los estilos de vida, de sociedades. Otra definición es el movimiento de personas hacia manifestaciones culturales fuera de su área de residencia con la finalidad de obtener nuevos datos y experiencia para satisfacer sus necesidades culturales. Los turistas visitan lugares con arquitectura o monumentos únicos, observan las actividades cotidianas de la gente del lugar de destino, la gastronomía, las ferias, los libros, las danzas, les atraen las formas de cultura animadas como evento, festivales y demás acontecimientos que reflejan antiguas tradiciones. En definitiva un producto turístico en el que los consumidores buscan un contacto más directo con el patrimonio y la cultura. Este tipo de turismo tiene, entre sus rasgos más característicos, una serie de cualidades como son: una estacionalidad menos marcada, ya que los clientes suelen desplazarse durante todo el año, unos índices de consume por cápita más elevados que otras de sus variantes más masivas, como el turismo de sol y playa, y la posibilidad que brinda este consumidor para rentabilizar la revalorización del patrimonio cultural y artístico de los lugares de destino.
El turista cultural por lo general busca oferta personalizada, apuesta por la calidad del producto y exige un nivel más alto de infraestructuras y servicios. La facilitación de las comunicaciones, y el acceso a la información que tienen clientes procedentes de cualquier parte del mundo invitan a los diseñadores de este tipo de escenarios a trabajar con una serie de conceptos como la idea de marca turística, y de herramientas, como los estudios de mercado y marketing.


Úrsula Ferrando Guardiola.

No hay comentarios: