30.6.10

Artículo de opinión.Patriotismo futbolero

Por  Dario Samaniego,

Delegado de Intereconomía


Dicen que nuestros futbolistas evocan una tradición que para nosotros comenzase en tiempos de Roma, cuando también el rugir de miles de gargantas saludaban a quienes entraban al imponente Coliseo. Son nuestros modernos Gladiadores. Y es que si hay un deporte que levante pasiones, ése es el futbol. Pero es que además no solo las levanta, sino que es capaz de poner de acuerdo a toda una nación que por unas semanas se siente unida y orgullosa de su selección y su bandera. Es por todo eso que lo vemos como el momento mas que idoneo para sacar del cajón esa bandera nacional que en ocasiones contadas utilizamos sin ningun tipo de complejo. Es impresionante comprobar como esas banderas cuelgan de balcones, ventanas, se llevan en coches, motos, hasta en el carrito del niño. Y en ocasiones incluso sirve para hacer demostraciones de quien es capaz de colgar “la bandera mas grande”. Y es que afortunadamente encontramos la excusa perfecta para lucir la “rojigualda” sin que ningun descerebrado nos llame por ello “facha“. El fenómeno es para estudiarlo, pero me temo que mucho tiene que ver con la arraigada costumbre de la izquierda mas rancia y los nacionalismos  “castrojos“ de identificar nuestra bandera con “fascismo“, “franquismo“ o cualquier otra “lindeza“ que se les ocurra en pro de denostar nuestros colores nacionales. El futbol hace milagros, nos ayuda a perder el miedo y nos da la excusa para sentirnos españoles sin complejos, sin prestar atención a los sectores radicales que tratan de encorsetarnos y reprimir nuestros sentimientos. Un gol hace aflorar lo que llevamos dentro, tremolando nuestra bandera, gritando de alegría y llenandonos de orgullo por ser españoles. Y por un momento lo hacemos libres, sin tener que mirar de reojo como el satrapa inquisidor nos señala con su dedo y nos acusa de algo que nunca fuimos. Está claro que las diferencias de los llamados “territorios históricos“, las diferentes lenguas  de España y las costumbres de cada lugar son riquezas extraordinarias que hemos de defender y cuidar con mimo. Pero tambien es evidente que son muchas mas cosas las que nos unen como pueblo que las que nos separan, las que compartimos que las que no, las que nos hacen gritar juntos y a una, que las que nos separan. El futbol y su expresión a través de la gente es, aunque parezca mentira, la mayor constatación del triunfo de la necesidad de sumar sobre la de excluir. Cuando hace pocos días vi a un “nacionalista” arropado con una enseña nacional gritar ¡España! me di cuenta que al final los sentimientos no se pueden esconder por mucho que los maquillemos, y que por encima de políticas interesadas, argumentos maniqueos ó engaños, nos cobijamos bajo un paraguas común mucho mas importante y sólido  que lo algunos, pocos, tratan de hacernos creer. Ojalá este Mundial durase para siempre y nos diera de una vez por todas el antídoto que permitiese sentirse orgulloso, sin mas, de ser ¡españoles!.


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