10.5.12

El Racó del Llaurador. El maná

Olivo, cebada, trigo, cítricos, níspero, cerezas, maíz, patatas, centeno, avena, arroz, tomates, cebolla y pepinos. Éstos son sólo algunos de nuestros cultivos más característicos que sufrieron las terribles consecuencias de la crisis del pepino hace poco más de un año. Las desafortunadas y equivocadas acusaciones de infección por E. Coli, que a una alemana se le ocurrió verter sobre nuestras producciones, provocaron que nos cerraran las puertas en la Unión Europea. Las consecuencias fueron desastrosas, registramos pérdidas cuantiosísimas.

Desde entonces, otros países no han dejado de causarnos serios prejuicios. En los últimos meses ha destacado, por ejemplo, el negativo convenio de liberalización comercial con Marruecos. El presidente del Gobierno Mariano Rajoy parece dispuesto a cambiar la lamentable situación en la que nos encontramos, que ha sido forjada a fuego por la nefasta gestión desarrollada por el anterior Gobierno del despilfarro. Según nos ha anunciando, sus acciones las irá presentando cada viernes hasta junio. ¿Para cuándo alguna medida que favorezca a la agricultura mediterránea? ¿Cuándo emprenderán acciones para restablecer el equilibrio hídrico en nuestro país? Espero que el presidente del Gobierno no piense sólo en ajustes o recortes y que no se olvide contar del estratégico sector agrícola, que hasta  la década de los 60 constituyó el principal soporte de nuestra economía. Apreciamos la reciente reducción de los módulos de IRPF, pero necesitamos más apoyos.

Uno de nuestros principales caballos de batalla siempre ha sido el agua por un simple motivo: la necesitamos para poder desarrollar nuestros trabajos. De momento, tenemos agua para regar, pero no sabemos qué ocurrirá a partir de octubre. De nuevo, nos encontraremos sumidos en la incertidumbre. Los empresarios y trabajadores agrícolas necesitamos establecer previsiones certeras de los recursos con los que vamos a contar para saber qué y cuánto podremos plantar y mantener. Así se expuso en el Foro de Debate que celebró la Diputación de Alicante el pasado jueves 27 de abril, que contó con expertos del todo el país.

Entre los ponentes, la mayoría a favor de la desalinización, empezaron a aflorar los argumentos que siempre hemos defendido en ASAJA Alicante. Todo es necesario, pero no suficiente para la agricultura. No hay ningún recurso natural en el sudeste peninsular que nos garantice tener el agua que necesitamos para dar de beber a nuestras frutas y hortalizas en cantidad y calidad suficiente. España es el país con mayor estrés hídrico de la Unión Europea. A parte del agua nueva fuera del ciclo hídrico, encontramos las fábricas de agua, pero su coste es elevado si lo comparamos con el de la extracción de los acuíferos. Sin embargo, si contamos con el valor ambiental, estas diferencias se contraponen. La realidad nos muestra que las plantas ahora sólo funcionan al 16%, lo que constituye un serio problema porque la Unión Europea ya ha recordado que ha invertido 1.500 millones de euros y, evidentemente, exige que se utilicen.

La tecnología del agua avanza a un ritmo vertiginoso. Mediante la inyección y la osmosis privadas se logran rentabilizar los costes para el consumo humano. Estos avances también presentan mayor durabilidad y mayores garantías ambientales. La desalinización tiene un impacto, contamina por el uso de la electricidad, pero es necesaria para boca. Para el campo, como en cualquier otro trabajo deben tenerse en cuenta los costes de producción. Para explicarme de manera práctica, tengamos en cuenta que el agua supone hasta el 20-30% de lo que cuesta producir una lechuga. Si ya obtenemos pocos o nulos beneficios, el ávido lector verá impensable que podamos recurrir a la desalinización. También porque el agua desalada presenta un exceso de boro que termina quemando al cultivo. Para que no ocurra, debemos mezclarla con otros aportes. ¿Cuáles?

Tomemos como ejemplo América Latina, en concreto Méjico. Donde desarrollan la industria de la minería y el cobre, a 2.000 metros de altura, no llueve. Sin embargo, tienen el consumo garantizado. Ni cortos ni perezosos, tratan y desplazan el agua del mar que se encuentra a 300 km y después la ascienden. Si ellos pueden, nosotros también. De momento, el ministro Arias Cañete está impulsando acciones que contemplan “todas las alternativas para que haya agua en todas partes”. Sus palabras han despertado las críticas de los socialistas y el aplauso de los agricultores. Cuenta la Biblia que caminaba Moisés por el desierto y observó que desde el cielo caía maná, no era otra cosa que agua del cielo, que en ese momento es totalmente gratuita, pero no cae igual en todos los sitios y es impredecible. El traspaso del maná es costoso, en el trayecto se puede contaminar, pero donde no llueve, no se puede morir de sed, urge desplazarlo.

Eladio Aniorte Aparicio
Presidente de ASAJA Alicante – Jóvenes Agricultores

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